Una serie de estudios antropológicos recientes sobre el tiempo enfatizan la importancia crucial del futuro como un tropo guía en el presente. Aunque ubicado más allá de un horizonte temporal inmediato, el futuro se toma en consecuencia como conectado con el presente de una manera significativa a través de una secuencia de momentos cronológicos y, por lo tanto, potencialmente accesible. Este artículo toma su punto de partida del creciente cuerpo de trabajo antropológico sobre el tiempo y el futuro, pero desafía el supuesto inherente de linealidad que caracteriza la relación entre presente y futuro. Basado en un trabajo de campo realizado en Maputo, Mozanbique, examina las temporalidades no lineales de la construcción de viviendas. Según los constructores de viviendas que viven en la periferia de la ciudad, el futuro constituye una posición temporal desde donde se puede iluminar adecuadamente el presente. Sin embargo, visto desde el presente, sorprendentemente el futuro parece reflejar su propio colapso inevitable, por lo que es crucial mantener una distancia adecuada entre los dos. Mientras que la perspectiva imaginada desde el futuro sugiere una legibilidad inmediata del presente, la mirada temporal inversa (es decir, desde el presente) refleja la siniestra radicalidad del futuro. Sin embargo, aunque prefigurado como una caída en el punto final de una escala lineal, el futuro se afirma abriendo el presente. Se encaja en el momento presente y establece diferenciaciones temporales sin indicar una trayectoria progresiva. En una peculiar inversión de la linealidad convencional, el presente se convierte en efecto del futuro y no al revés.