Desde tiempos del Imperio Romano existieron desplazamientos humanos en Italia, derivados de motivaciones militares, administrativas, comerciales, religiosas, sanitarias, científicas, incluso, estacionales y deportivas. El Settecentto, con el despertar del neoclasicismo, los hallazgos arqueológicos y el interés generalizado por las antigüedades clásicas y las ruinas imperiales, traerá una novedad propia de la Modernidad: el movimiento de viajeros con el propósito de contemplar los monumentos antiguos, principalmente en Roma y en Nápoles. Eral los albores del "turismo cultural".